Fuckup Nights Buenos Aires: un evento sobre el fracaso (Revista ParaTí– 04/2016)
Fuckup Nights: un evento sobre el fracaso
Si uno entra a LinkedIn –la red social laboral por excelencia– suele encontrarse con un perfil diferente de sus conocidos y amigos. Allí se exponen los logros, las recomendaciones y los comentarios positivos. Lo que rara vez vemos en LinkedIn y en el resto de las redes sociales es a alguien contando que un negocio le salió mal o que antes de conseguir el éxito cometió errores. Quizás sea porque el fracaso en la sociedad occidental todavía es un tema tabú y esa mala prensa del error es lo que busca cambiar el evento Fuck Up Nights, un proyecto que comenzó en México y que a partir de 2012 se convirtió en un movimiento global presente en 206 ciudades de 72 países. En nuestro país aterrizó en 2015 de la mano de Hernán Schuster y Alejandra Marcote, ambos mentores de Emprending, una cátedra abierta en la UBA para emprendedores. “Me enteré de que la licencia de Fuck Up Nights para Buenos Aires estaba disponible y hablé con Ale. Le dije que no podía ser que este evento no se realizara acá, así que decidimos traerlo. Hicimos el primer evento el 2 de noviembre de 2015 en el Centro Cultural San Martín”, relata Hernán, licenciado en Administración de empresas, coach organizacional y CEO de Spiquers, una agencia de conferencistas. Hoy ya llevan 10 ediciones, la última se realizó el 29 de marzo y fue un ciclo especial por el mes de la mujer. “En cada evento pasan de 300 a 600 personas, dependiendo de la sala. Participan cuatro oradores que nos cuentan sus historias de fracaso en 6.40 minutos acompañados por una presentación de 10 imágenes que avanzan automáticamente cada 40 segundos. Tienen que contar quiénes son, qué quisieron hacer, qué salió mal y, lo más importante de todo: qué aprendieron de esa experiencia”, explica Alejandra Marcote, contadora y coach.
¿Cómo eligen a los oradores y qué requisitos deben tener? H: El primer año los seleccionamos nosotros, muchas veces teniendo en cuenta historias de éxito que habíamos escuchado, donde el orador contaba un pequeño error. En ese caso, lo contactábamos para pedirle que hiciera foco en ese traspié. Otros surgieron de recomendaciones de oradores que pasaron por el ciclo y hace poco incorporamos la posibilidad de que la gente se postule. Algo que tenemos muy en cuenta es que la persona pueda hacerse cargo de lo que pasó, no que le eche la culpa a su equipo. A: Para que una historia esté en el escenario buscamos que ella o él hayan sido parte del problema, que puedan darse cuenta de lo que no supieron ver, qué decisión tomaron mal y qué aprendieron de eso. Al principio solo traíamos emprendedores y ahora lo ampliamos, entendiendo al emprendedor como alguien que buscar innovar y eso puede ser dentro de una empresa también. Cada caso es diferente y enriquecedor. Quizás al emprendedor le afecta desde el lado económico, pero el que comete un error en una empresa seguramente hable de cómo se vio afectada su reputación o su imagen interna.
¿Qué nos pasa a las personas con el fracaso y concretamente a los argentinos? H: Culturalmente el fracaso está visto como un tabú, estamos programados desde chicos en la cultura del éxito, del diploma de honor y vamos aprendiendo que si estudiás y te sacas 10 está bien y si no está mal. Crecemos así y en ese camino aprendemos que el fracaso es malo y hay que evitarlo y la realidad es que se puede aprender muchísimo de lo que hacemos mal. A: En Latinoamérica al fracaso no lo contamos, lo tapamos porque muchas veces tiene que ver con nuestro ego y con la autoestima. De hecho, decimos “somos fracasados” con una carga emocional pesada y negativa. La idea es aprender a separarlo y saber que podemos tener un proyecto que salga mal, pero eso no tiene por qué definirnos. En EE.UU. y sobre todo en el mundo de las start-up está más asimilado, de hecho hay muchos fondos de inversión que buscan emprendimientos a los que ya les haya ido mal una vez porque asumen que eso les dio experiencia. H: Si uno analiza los distintos casos en la historia, ve que el fracaso estuvo presente: a Disney le dijeron que se dedicara a otra cosa porque no era creativo y a Steve Jobs lo echaron de su propia empresa. Edison antes de llegar a la bombita exitosa hizo 10 mil pruebas que fracasaron.
¿Qué buscan generar con estos eventos? H: Nuestro lema es que el fracaso es un paso más hacia el éxito. Hacemos el ciclo para tres tipos de personas: los que fracasaron, los que van a fracasar y los mentirosos, es decir a quienes les cuesta admitirlo y hacerse cargo. Lo que buscamos es que la gente pueda compartir su experiencia, escuchar la de otros y ver el fracaso como una instancia de aprendizaje donde uno puede adquirir herramientas y salir fortalecido. A: El fracaso es duro, difícil y feo, pero enseña. Cuando a uno le va bien siempre inciden muchísimos factores que la persona ni siquiera registra, mientras que cuando le va mal puede hacer una pausa, abrir y ver qué pasó. Aprender de eso para no repetirlo. Al compartirlo, ayudás a que otros no tomen ese camino.
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